domingo, 11 de marzo de 2018

Décimo aniversario




Esta semana cumple 10 años este intento de compartir. Nacido de la necesidad de aprender, de no quedarme atrás en esta loca carrera tecnológica, hoy, aunque descuidado por falta de tiempo es uno de mis orgullos. Porque ha evolucionado conmigo, porque tiene más visitas de las que jamás soñé ni aspiré (¡superamos las 22 mil!) y porque al menos de vez en cuando me obliga a sentarme y a escribir para compartir con esos amigos y colegas invisibles que a propósito o por accidente terminan en sus páginas.

domingo, 10 de diciembre de 2017

La Fina Línea



Con la llegada de la penúltima (en Francia siempre se está guisando alguna nueva) reforma del liceo hace ya algunos años, muchas fueron las preguntas y más la carga de trabajo extra.
Pero sin entrar en todos los detalles, la prueba de expresión oral y de cierta manera la de expresión escrita nos llevaron, me llevaron a practicar de forma más frecuente y sistemática el ejercicio de la síntesis. No entendía yo entonces ni lo entiendo ahora cómo los alumnos iban a saber hacer algo que nunca habían hecho, al menos no en español.
Me acostumbré, desde aquellas épocas a enseñarles y pedirles que al final de cada secuencia redactaran una síntesis de lo estudiado. Por razones de tiempo y logística (solo dos horas semanales y entre 25 y 30 alumnos por grupo) me he visto obligada a pedir ese trabajo como personal e individual, fuera del aula.
Los resultados son variopintos, a la imagen de los alumnos, claro. Pero lo que nunca he soportado y ahora soporto aún menos es la copia, el plagio. En la red abundan los trabajos hechos que por supuesto nunca calzan exactamente con lo estudiado en clase. Están los alumnos que copian palabra por palabra, los que intentan disimular cambiando algunas cosas, a veces desafortunadamente y los peores: Los que no solo copian, sino que pretenden hacer pasar un trabajo hecho y/o corregido por un nativo o un profesor como si lo hubieran escrito ellos. Como si yo mañana publicará un cuento magnifico de Horacio Quiroga e insistiera al mundo que es de mi autoría.
En nuestra sociedad eso se llama plagio y está penalizado, pero en la red donde todo se copia, se presta (¡ojo!, no lanzo piedras) nuestros jóvenes lo hacen con la más grande desfachatez e incluso llegan a exigir puntos solo por haber conseguido y/o copiado el texto, aunque ni una línea del mismo les pertenezca. Eso en mis clases vale 0/20.
Que un padre me acuse de incompetente porque su querubín le asegura sufrir una injusticia de la parte de una profe que escribió en su trabajo “Ceci ne correspond pas aux consignes, ce n’est pas votre travail” es inaceptable. Porque además de ser mi lengua materna, mi lengua de especialidad y llevar más de 20 años enseñando, soy capaz de hacer la diferencia.

Para luchar contra el plagio: