Al contrario de lo que el término evoca para mí en Francia, en este caso se trata de un área privilegiada. Una de esas zonas residenciales cerradas que abundan en algunos países de Latinoamérica. Rodrigo Plá nos muestra desde adentro como viven los que temerosos de perder sus privilegios, se encierran tras los muros protegidos por guardias privados armados, alarmas y cámaras de seguridad.
El caso evidenciado en la película es un extremo; tener un amparo de excepción a fuerza de corrupción y dinero no será tan común…espero.
He estado más de una vez en algunas de esas zonas residenciales en donde crees estar en cualquier lugar menos en tu país, en mi caso Venezuela; tanta es la diferencia con el resto afuera.
En algunas escenas vemos las chabolas o ranchitos como dicen en mi tierra e incluso los policías se las muestran a algunos líderes de la asociación de vecinos de la zona. Me recordaron aquella canción de Alí Primera “Techos de Cartón” y también por el contraste, la de “las Casitas del Barrio Alto” de Víctor Jara.
La injusticia social que acarrea una enorme violencia está de ambos lados y así lo refleja la película, que no es fácil de ver pero es quizá una de esas necesarias.

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