No puedo recordar la primera vez que escuché la dulce voz de Mercedes Sosa. Lo que en cambio no necesito esfuerzo alguno para evocar, fue la primera vez que trabajé una canción que aunque no escrita por ella, la Negra la interpretaba como si se le fuera la vida. Era un grupo de première y estudiamos “Sólo le pido a Dios” dentro de una secuencia sobre Argentina. Luego vinieron “Preguntitas sobre Dios” y claro “Gracias a la vida”. Desde que escuché por vez primera “Alfonsina y el mar” tengo un sueño recurrente en el que el mar me invita a una entrevista de ultratumba con la poetisa. Esa es la fuerza que tiene su envolvente voz y la palabra comprometida que escogió cantar. Utilizo el presente pues de muchas maneras y más allá de las fronteras físicas su arte seguirá estando con nosotros.
Venezolana, profesora de español en Francia con espíritu de compartir mis experiencias profesionales.
domingo, 11 de octubre de 2009
Gracias a la vida que nos dio a la Negra
No puedo recordar la primera vez que escuché la dulce voz de Mercedes Sosa. Lo que en cambio no necesito esfuerzo alguno para evocar, fue la primera vez que trabajé una canción que aunque no escrita por ella, la Negra la interpretaba como si se le fuera la vida. Era un grupo de première y estudiamos “Sólo le pido a Dios” dentro de una secuencia sobre Argentina. Luego vinieron “Preguntitas sobre Dios” y claro “Gracias a la vida”. Desde que escuché por vez primera “Alfonsina y el mar” tengo un sueño recurrente en el que el mar me invita a una entrevista de ultratumba con la poetisa. Esa es la fuerza que tiene su envolvente voz y la palabra comprometida que escogió cantar. Utilizo el presente pues de muchas maneras y más allá de las fronteras físicas su arte seguirá estando con nosotros.
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