No es mucho y no es poco. Que en una pequeña ciudad de Francia, Villeurbanne, toda pegada que está de Lyon; se puedan ver todos los años una buena decena de películas latinoamericanas. Y hace 26 años que dura. Hablo claro del festival de cine ibero y latinoamericano. Este año tienen varias temáticas interesantes y por suerte espero poder llevar a mis alumnos, colegiales como liceístas. Los que me conocen, saben que eso no es un simple cumplir con lo que se espera de mí. El cine es una pasión, una creencia, casi un apostolado. De alguna manera, esas bobinas con su película son como un avión con sus alas. En ese vuelo y viaje que es la proyección recorremos mundos conocidos o no. Que mis alumnos puedan viajar a esas tierras lejanas más allá de los libros, las palabras o las voces, descubrir historias y personajes es un premio en mi trabajo. Como el viajero que regresa espero poder contarles y mostrarles los senderos, los paisajes, el pueblo y los kilómetros recorridos.
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