De los alumnos que acusan a sus compañeros de tener los mismos defectos que los adornan a ellos, o peor; de los profes que hacemos lo mismo con nuestros alumnos o con nuestros colegas.
Somos humanos y el primer gesto de humildad que deberíamos
tener es saber reconocer nuestros defectos. Pero nos cuenta tanto. Es mucho
más fácil señalar los errores o las taras de nuestros congéneres. Yo no lanzo las
primeras piedras porque se me devolverían. Y la “criticadera” aguda de algunos,
sobre todo en este país, me da nauseas. Pero ha de ser que yo también soy así
aunque ni siquiera lo vea o lo quiera admitir.
Trato, sin embargo, de hacérselo entender a mis
alumnos más jóvenes y siempre tengo en
mi memoria inmediata el ¡Mira quién habla! o el “quién lo dice lo es”. No seré
justa con todos pero al menos lo asumo.
Un
pequeño extra, la versión venezolana del refrán, más local, zoológicamente hablando
y más “sabrosa” aún para decir: “Cachicamo llamando a morrocoy conchudo”

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