domingo, 1 de noviembre de 2015

Muchos caciques y pocos indios




A todos nos gusta mandar. En el fondo, incluso a los que no parece. Será porque es mi caso, no lo sé. Desde pequeña tuve espíritu de líder. Pero atención, mandar no es dar órdenes, exigir y dirigir. Para mí mandar, sobre todo en el aula y no se diga dentro de un equipo pedagógico; es sobre todo dar el ejemplo. Jamás le pido a un alumno un trabajo que no esté dispuesta a hacer yo misma y/o que no pueda realizar primero yo. Dentro de un equipo, trabajo infatigablemente y lo asumo me cuesta delegar porque es difícil percibir la frontera entre esto último y dejar que hagan los otros. Siempre he preferido el “hagan como yo” al hipócrita “hagan como digo mas no como hago”.


La segunda cualidad del verdadero líder, en mi opinión, es el ser capaz de organizar y coordinar el esfuerzo de todos, el talento de cada uno. Modestia aparte, soy capaz de ser india si las órdenes son lógicas, razonables y pertinentes y soy cacique cuando toca y en aula nos toca siempre, y trato de ser justa y diligente. 

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