miércoles, 6 de mayo de 2009

La profesora no tiene quien la llame

Sabrán perdonarme la inspiración (o más bien el plagio) del titulo de la novela de nuestro querido Gabo. Quizás venga porque como muchos colegas preparo ya la agregación del 2010 y para ello he vuelto a leer ese monumento literario que me dejo atolondrada a los 17 llamado Cien Años de Soledad. De la misma manera el permitirme contar aquí no una experiencia con mis alumnos o con la cultura hispana sino más bien con la administración educativa francesa.

Resulta que participo en el “movimiento interno”, en términos cristianos que busco completar mi reducido servicio y por ende mi sueldo, consiguiendo horas; espero todas, en algún o varios establecimientos de esta ciudad de los dos ríos (me gusta llamarla así, le da un toque poético que me parece faltarle a esta ciudad de burgueses y gastrónomos). Para participar tuve que enviar candidaturas a cuanto colegio o liceo publicó vacantes o posibilidades. Y después a esperar. Y nada. Y a seguir esperando.

Me encuentro a la espera de una llamada que como la carta del coronel puede que nunca llegue. Por suerte nadie depende de mí económicamente así que me responderé a mi misma la pregunta de ¿Qué comeré mañana? Con la esperanza de no tener que emplear la escatológica frase del coronel a su mujer.

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