En uno de mis centros existe un programa para
integrar niños IP (intelectuales precoces) Ya se imaginarán las situaciones
típicas con estos chicos cuando llegan al liceo. Pero a pesar de algunos años
lidiando con ellos hace poco me ocurrió algo que me ha marcado y me obligó en
el momento a realizar un paréntesis en mi clase. Corregíamos un ejercicio
simple y pidió la palabra LJ (no son sus verdaderas iniciales) y al decir la
frase tuve que ponerle cara de que se equivocaba para que rectificará en eso
saltó uno de los chicos más participativos de la clase con una exclamación de
asombro. Al interpelarlo dijo que LJ no podía equivocarse que eso era imposible.
Yo le respondí que claro que podía, puede y podrá hacerlo. Me acerqué al
pequeño genio y le dije en tono de confidencia pero para oídos de todos:
– Tú
eres sólo un chico, brillante, cierto, pero sólo un chamo, un chaval no un
ordenador de la NASA. Lucha por tu derecho a equivocarte.
En el silencio que prosiguió a este comentario el
simpático alumno levantó su mano derecha, esperó a que yo le diera la palabra y
con voz clara corrigió su frase precedente. Cuando terminó yo escribí en la
pizarra la frase o refrán que da título a lo que hoy comparto con ustedes.
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