jueves, 19 de junio de 2014

Ni tan calvo ni con dos pelucas







Lisonja apártate de mí…

Alguna vez leí por ahí (siempre recuerdo lo que leo pero casi nunca donde) este verso que desde entonces forma parte de mí. A nadie le gusta escuchar críticas y reproches pero ser sometido al discreto (o no) elogio de algunos alumnos es, si no igual de desagradable al menos incómodo. Ni cumplidos ni críticas solamente. 

Lo mismo se aplica, por supuesto a los alumnos. Los profesores por deformación más que por formación, solemos tener una inclinación importante hacia la crítica y quedarnos siempre cortos en el halago. La medida justa es difícil de encontrar pero tendríamos quizás, que imponernos decirle algo bonito, pero cierto ojo; a cada uno de nuestros grupos al menos de tanto en tanto. 

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