Alguna vez también me han dicho algo similar pero por ahora más bien
en tono admirativo. Humildemente creo que el día en que deje de sentir amor por
lo que hago me pongo a vender arepas en las calles de Lyon. Si a una no le
gusta o le duele lo suyo ¿A quién le va a gustar? ¿A quién le va a doler? Si
somos los parientes pobres, esos a los que nunca los invitan a la fiesta. Yo
seguiré “empepada” por lo que hago y ni modo con los que prefieren una
enseñanza “fríamente calculada” como dice el Chapulín.
Venezolana, profesora de español en Francia con espíritu de compartir mis experiencias profesionales.
viernes, 11 de julio de 2014
Esa pasión que nos devora
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