No me pregunten cómo o por
qué pero apenas ahora vengo a ¿llorar? más bien aceptar la muerte del artífice de
varios de mis personajes favoritos de la infancia, Roberto Gómez Bolaños. Mejor
conocido como Chespirito, El Chavo del 8 o el Chapulín Colorado. Para todos los
que no hayan crecido en América Latina, el autor y los personajes que creó suenan a invento o peor aún, a nada.
No entienden mis alumnos al principio
por qué les digo –¡Síganme los buenos!-
cuando los voy a buscar en la formación (que yo soy la única en mi escuela a
llamar así) Hasta que en troisième les explico que si los gringos tienen a
Superman, a Batman y al Hombre Araña, los nórdicos a Thor y los romanos a Hércules;
los latinos tenemos al Chapulín Colorado. Cuando, aunque fuese de lejos,
escuchaba aquello de:
"Más ágil que una tortuga... más fuerte que un ratón... más noble que una lechuga... su escudo es un corazón... es ¡El Chapulín Colorado!"
Salía corriendo a disfrutar de sus aventuras disparatadas.
"Más ágil que una tortuga... más fuerte que un ratón... más noble que una lechuga... su escudo es un corazón... es ¡El Chapulín Colorado!"
Salía corriendo a disfrutar de sus aventuras disparatadas.
Les muestro un capitulo, “El retorno de Súper
Sam”. Vemos fragmentos en realidad y procedemos a describir al Chapulín así
como a ver sus atributos como súper héroe. Igualmente lo comparamos con Súper
Sam. Rápidamente se dan cuentan que se trata de una parodia aunque no siempre son
capaces de darle ese nombre inmediatamente. Estudiamos la estructura de la
historia y claro extraemos algunas frases que de antemano sé que son clásicas. Así
como refranes. Todo eso dentro de la secuencia Héroes de siempre. Este año no
estará de más que conseguí armarme con un chipote chillón (imitación del
martillo de Thor y principal arma de nuestro héroe) en el lugar más inesperado
del mundo para mí.
Ese comediante que llenó de risas mis
primeros años y que sigue haciendo reír a millones es y será simplemente
inolvidable. Qué mejor homenaje que perpetuar su memoria dándolo a conocer de
manera lúdica a unos jovenzuelos franchutes que quizá algún día lo recuerden.
Qué agradable y sencillo homenaje el que le haces al querido Chapulín. Me enorgullece haber crecido también contagiada de su humor blanco. De esos fenómenos que no se repiten ni se imitan... Un abrazo mexicano, mujer.
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