lunes, 1 de septiembre de 2008

Quien no se atreve no pasa la mar



Este debería ser el leitmotiv de nuestros alumnos. Rara vez lo es. Hablar, comunicar con los demás utilizando una lengua que les es extraña y lejana es más un salto al vacio que un reflejo normal. Son pocos los que se lanzan en puenting por mucha seguridad que trates de darles. Toca un ligero y después, aunque no siempre, apreciado empujoncito. Qué sería de nosotros sin reunir el valor necesario para cruzar ese mar, si no les trasmitimos la inestimable libertad de ese camino, en vez de un gigante azul, quizá un desierto más grande que el Atacama .

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