Primer día de clase en terminale. Aquella calurosa mañana de septiembre fue inolvidable
por un detalle en realidad. Sólo uno. Y claro, lo que lo unió a lo ocurrido
después. Era un grupo excepcional de alumnos. Yo lo sabía, sólo en parte. Un tercio
de ellos ya habían estado en clase conmigo en seconde, en première o en
ambos cursos. ¡Pobrecillos! algunos de ellos tuvieron que soportarme por tres
años.
Pero volvamos al detalle. Al conversar un poco con
los alumnos para irlos conociendo, le pregunté a uno por su nombre.
Sinceramente era la primera vez que escuchaba el nombre que dijo, que luego descubriría le
iba maravillosamente bien. Le pedí entonces que lo deletreara para
mí, en español por supuesto. El chico respondió, bastante apenado, que le era
imposible pues nunca había aprendido el alfabeto. Yo estaba tan sorprendida, que
con mi ya característico drama latinoamericano-telenovelero me llevé una mano
al corazón cual si estuviera sufriendo un ataque. Le dije que aquello era
inaudito en clase de terminale, que
yo enseñaba a deletrear durante la segunda o incluso la primera semana del
primer año de español es decir quatrième.
Según él, la colega que fue su profesora no lo hizo.
Por supuesto, le puse, más como penitencia que como
tarea, que debía recitar el alfabeto completo y ser capaz de deletrear
cualquier palabra propuesta durante la siguiente clase. Y eso hizo. De manera
brillante como descubriría muy pronto era su costumbre. Obtuvo 19 en su BAC en
español y sobre todo fue un reto, una alegría y una verdadera satisfacción
tenerlo como alumno.
Esa anécdota me llevó a replantearme esa pequeña
parte de mi enseñanza. Pues no sólo continuo haciendo lo que siempre he hecho
sino que desde entonces organizo un pequeño concurso de deletreo. Hice un banco
de unas 50 palabras, las que aprenden en las primeras dos secuencias. Realicé
unas fichas con la palabra, su deletreo y una imagen ilustrativa. Antes de
comenzar el concurso las repasamos juntos y luego van pasando por sorteo. Si
deletrean correctamente la palabra que les toca continúan concursando y si se
equivocan o dudan pierden y pasa otro candidato. Según los grupos, lo hago en
una hora de clase y les doy de premio unos diplomas a los mejores. Creo que les
gusta y además es más difícil que lo olviden si lo practicaron tanto para
ganar.
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